El paradigma de Cruyff

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Nadie puede negar la calidad futbolística del Johan Cruyff futbolista. Nadie puede tampoco quitarle el mérito de conseguir, como entrenador, la primera Copa de Europa del FC Barcelona, e introducir una filosofía de fútbol que acabaría reportando al club los mayores éxitos de su historia. Pero cada vez que habla, no se sabe si para apoyar a los suyos o para hundir al otro bando, se contradice a sí mismo. Y no le importa hacerlo una y otra vez.

La última perla ha sido plantear la posible venta de Messi, una vez que Neymar ha sido fichado. No parece concordar mucho esta teoría con la que hace unos años defendía: el dinero en el campo. Se habla mucho de la dictadura de Messi y de cómo se ha cargado, uno a uno, a los jugadores con los que ha compartido delantera. ¿De verdad Messi ha decidido que no quería que Eto’o siguiera en el equipo? ¿Fue Messi el que tenía mala relación con Ibra?

No conozco a Messi personalmente, pero dudo que prefiera el éxito personal a la consecución de títulos colectivos. No nos engañemos, la decisión de que esos jugadores abandonaran la disciplina blaugrana fue totalmente del entrenador. Pero son casos distintos: con Eto’o, Messi se entendía perfectamente dentro del campo, pero no había feeling con Guardiola; en el caso de Ibra, fue su ego, y no el de Messi, el que le abrió la puerta de salida.

Estoy convencido de que Messi estará más que contento de tener a su lado a un jugador que habla su mismo lenguaje futbolístico, uno que sea capaz de meter los goles que sirve en bandeja y que, a la vez, sea capaz de generarle espacios que él pueda aprovechar. Que Messi siga metiendo goles por decenas va a depender sólo de Messi. Neymar no va a meter los goles de Messi, haciendo que este marque menos; el brasileño va a meter los goles que no meten los otros.

He de confesar que, cuando se hablaba del fichaje de Neymar por el Barcelona, era un poco escéptico, pero viéndolo en la Copa Confederaciones, me ha transmitido bastante tranquilidad. Tiene calidad en el manejo del balón, pero además tiene temple y presiona la salida del equipo contrario. La sensación que me da es que le faltan los jugadores alrededor que le permitan explotar todas su cualidades y, efectivamente, parece que esos jugadores se encuentran el el Barça. 

Es curioso que Johan Cruyff sea pesimista respecto a tener varias estrellas en un mismo equipo, precisamente él que, cuando más ganó, fue con varias de ellas en su equipo. Después fichó medianías para evitar los egos, pero lo que evitó fue la calidad y los títulos. Si con Neymar en el equipo se gana otra Champions y un par de ligas, ya pueden saltar chispas entre él y Messi, que la afición estará contenta.

José Robles.

Tito Vilanova y los Thiagos

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Viendo jugar a la Selección Española, uno se pregunta si no falla algo en el cuerpo técnico del FC Barcelona. La Roja jugó ante Uruguay con una superioridad y una velocidad de balón que recordaron al mejor Barça de Guardiola, cuando el equipo contrario ni la olía. Solo recuerdo un par de partidos así en toda la temporada 2012/13, el de octavos de la Champions contra el Milan y alguno más por ahí, que más parecen un oasis en el desierto que una realidad. El otro día había 7 jugadores azulgrana en el equipo titular de la Selección. Si sustituimos los otros cuatro por Messi, Alves, Puyol y Valdés nos sale el equipo de gala del Barcelona. Entonces ¿por qué no han dado el mismo rendimiento durante todo el año?

Efectivamente, parece que todo apunta directamente al entrenador. ¿Cómo es posible que con los mismos mimbres e incluso mejores, en algunos casos, el equipo no alcance ese grado de excelencia y superioridad? No me cabe la menor duda de que, si la Selección Alemana jugase la Copa Confederaciones y se cruzase con España, esos jugadores con los que no pudieron en Semis de Champions acabarían sometidos al rodillo del tiki-taka. Sin embargo, en la competición de clubes, el Barça fue un juguete roto en manos de los germanos.

La explicación, o excusa, como se prefiera, es que el equipo llegó fundido a final de temporada y que los alemanes estaban en mejor forma, pero ¿de quién es responsabilidad el estado de forma del equipo? ¿Dónde queda la honestidad de un entrenador que asegura poner en cada partido al que mejor está o mejor rendimiento puede dar? No parece que este fuera el caso. Y lo más increíble es que ha habido jugadores que no han olido bola durante toda la temporada (léase Thiago, y especialmente Bartra, Song, Montoya y Tello), aun habiendo dado un buen rendimiento cuando sí han jugado. Esto es algo que se puede llegar a entender si la liga está apretada y te la juegas en cada jornada, pero es que tenían una distancia de 8 puntos sobre el segundo en octubre, de 10 puntos en diciembre, de 13 puntos en enero y de 16 en algún momento de final de temporada.

Es sangrante ver que algunos de esos jugadores se acaban de alzar con el Europeo Sub-21, teniendo además un papel destacado. Thiago Alcántara podría irse por una cifra irrisoria por no haber participado en el 60% de partidos. Eso no significa que tuviera que ser titular y jugar 90 minutos en todos esos partidos; con haber jugado 20 minutos, se habría cubierto ese cupo. ¿Acaso no ha habido partidos suficientes con nada en juego o ya decididos donde estos jugadores pudieran desfogarse, coger ritmo de competición y dar descanso a los titulares? No sirve llegar a un partido y cambiar medio equipo, porque obviamente no van a rendir igual. Las rotaciones deben hacerse de forma más escalonada, cambiando 1, 2 o 3 jugadores por partido en diferentes líneas.

Solo si forman parte de la dinámica habitual del equipo podrán estar metidos 100% en la competición los supuestos suplentes, y llegar más frescos al final los supuestos titulares. Llevamos toda la temporada con la cantinela de que hace falta un central para reforzar la defensa. No sé si seré el único, pero creo que la mayor parte de goles encajados han venido por pérdidas de los centrocampistas o por no recuperar la pelota pronto en la presión tras la pérdida. Es obvio que hace falta un central alto y fuerte para jugadas de estrategia, pero también que en el partido contra el Bayern los goles llegaron en jugadas y Bartra no tuvo culpa de ninguno. Si algo se le puede reprochar al joven defensa es falta de soltura, pero es que eso, nuevamente, es responsabilidad del entrenador, que debería haberle dado más minutos durante la temporada para acoplarse bien a sus compañeros y quitarse los pocos complejos que tenga.

Y nos encontramos a final de temporada con un paradigma curioso: Tenemos un Thiago de 22 años, con gran proyección, deseado por casi todos los grandes clubes de Europa, con medio pie fuera del equipo por falta de minutos; y andamos detrás de otro Thiago, de 29, que costaría un pastizal, para ocupar una plaza donde han jugado todo tipo de remiendos antes que el único central que había disponible. Estoy ansioso por ver si la próxima temporada, contando con un nuevo central, pero perdiendo al mayor de los Alcántara, el equipo llega en mejores condiciones a la fase decisiva. Creo que, sin cuestionar la necesidad de reforzar la defensa, lo que el equipo de verdad necesita es rotar a los jugadores del centro del campo en adelante, que son los que tienen que estar frescos para presionar y para desequilibrar. El cambio Thiago por Thiago puede salir caro, y no solo económicamente hablando.

José Robles.

Laporta abre la «porta»

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La historia está llena de personajes que, habiendo tocado el cielo con los dedos, se resisten a caer en el olvido. No parece suficiente para ellos ser recordados por sus logros y reclaman una y otra vez su pedazo de pastel. Les ocurre, como a algunos políticos, que pronostican un apocalipsis que, de seguir ellos, nunca se habría producido. También hay grandes deportistas que, décadas después, aparecen con cierta frecuencia en los medios para recordar que algún día fueron los mejores y, de paso, proclamarse incomparables, quizá porque les cuesta ver que los mejores hoy son otros y que las portadas ya no les pertenecen a ellos.

Viene esto a colación por la última rueda de prensa de Joan Laporta. Desde que dejó la presidencia del FC Barcelona para dedicarse a la política, no ha perdido ocasión para recordar que fue con él con quien el Barça ganó más que nunca y vaticinar el desastre total por la gestión de la actual junta directiva, con Rosell a la cabeza. Y es por ello, porque cree que la forma de evitarlo es dirigiendo él el cotarro, anuncia su decisión de presentarse como candidato en las próximas elecciones.

Nadie puede negar que con Laporta como Presidente el Barça ha ganado más que nunca, pero siendo justos, tampoco se debe obviar que en su primer proyecto, el del renacer azulgrana, Rosell era un actor principal. No en vano, fue el artífice de la contratación de Ronaldinho y Deco, jugadores con los cuales se consiguió un doblete. Pero también hay que recordarle que durante dos años de su mandato no se ganó nada.

Es de recibo reconocerle su valor en aquel momento para romper la baraja, darle el mando a Guardiola y limpiar el vestuario de «vacas flacas» que antes habían sido sagradas. Pero también se puede cuestionar la capacidad para gestionar la famosa «autocomplacencia» (termino esgrimido por él mismo) para evitar dos años en blanco y que la transición entre el equipo del doblete y el del sextete se hubiese consumado con algún título, así como evitando algún ridículo (perder la liga dilapidando una ventaja de 8 puntos, el primer año, y acabar haciendo el pasillo al Madrid una temporada después).

Rosell acabó su primer año de mandato con un doblete Liga-Champions, aunque muchos, y probablemente con razón, consideren que fue fruto de la herencia que recibió. Pero indudablemente, el equipo se encuentra en un período de renovación y, por ahora, con mayor o menor acierto, se trata de volver al Olimpo. Algunos romperían la baraja, convencidos de que es la única forma, pero el equipo no lleva dos años en blanco como para plantearse que las cosas se están haciendo mal y, por tanto, se debe cambiar de rumbo.

Laporta tuvo la oportunidad de encaminar una situación que se le fue de las manos. Pero la misión de Rosell es distinta. El actual Presidente trabaja para evitar precisamente que el equipo se descarríe. Y, si hablamos de herencias, muchos acusan a Rosell de debilitar al equipo y se rasgan las vestiduras por las marchas de Toure Yaya y Eto’o. Pero fue con Laporta cuando se marcharon. No parece justo entonces que sea él quien acuse a Rosell de la marcha de Guardiola o Valdés, cuando de su propia boca ha salido alguna vez que no forzaría a nadie a quedarse en el Barça.

También critica ‘Jan’ el fichaje de Neymar por si hay problemas de convivencia con Messi. ¿Acaso no fue él quien trajo a Ibrahimovic? Al sueco no le precedía precisamente una fama de santo, pero aún así le trajo. Fue Rosell el que tuvo que lidiar en aquel momento con ese problema de convivencia y no le tembló el pulso para hacerlo. Y todo para complacer al entonces entrenador Pep Guardiola. También fichó a Fábregas y Alexis por petición expresa del entrenador.

Parece, pues, que lo justo para sacar conclusiones sobre el mandato de Rosell es esperar a que este acabe y, entonces sí, hacer balance de títulos, gestión económica y fichajes. ¿Sería un fracaso que ganase la Liga y cayese en semis de la Champions cada año? Como decía Guardiola, en deporte se pierde siempre más de lo que se gana, y la historia le da la razón. El sextete es la excepción, bendita excepción, pero no se debe olvidar que no fue solo el juego el que les llevó a conseguirlo, también fueron pequeños detalles de suerte en momentos clave.

Por el momento, Laporta abre la «porta» a su posible regreso. Falta por ver, si llegado el momento de las elecciones, el socio le recibe con la «porta» abierta o si se la cierra en las narices.

José Robles.

Florentino ha perdido el tino

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Florentino Pérez renueva mandato en el Real Madrid, pero no queda del todo claro que hubiese ganado las elecciones de haberse presentado otro candidato con un proyecto deportivo claro. El ‘Ser Superior’, como lo llaman algunos, ha dado bandazos de todo tipo tratando de encontrar el modelo que eleve su club al Olimpo futbolístico; sin embargo, no termina de dar con la tecla.

En su primera etapa como Presidente consiguió grandes logros deportivos, con Vicente del Bosque como entrenador pero, visto lo visto, a uno le entra la duda de si realmente fue mérito suyo o fruto de la inercia ganadora del club blanco en aquellos momentos. El ahora Seleccionador había conseguido el equilibrio necesario en una plantilla con figuras, pero también con jugadores de clase media que suplían sus carencias técnicas con gran sacrificio, y así llegaron la octava y la novena.

Pero Florentino, más preocupado por el glamour que por la esencia de este deporte colectivo, decidió, aconsejado siempre por su mano derecha Valdano, prescindir del entrenador que tantos éxitos le había dado, quizás convencido de que con aquellos jugadores, cualquier entrenador podía hacer campeón al Madrid. La siguiente decisión fue la de desprenderse de Makelele, aquel pulmón del centro del campo que barría en labores de contención y daba aire a sus compañeros de delante, para que éstos pudieran sacar a relucir su calidad y pegada.

Llegó Beckham, envuelto en una aureola mediática y propagandística enorme, pero no terminaba de quedar clara su posible aportación futbolística en aquel equipo. Y no por su falta de calidad o profesionalidad (quizá fue de los que más se esforzó y corrió cuando las cosas empezaron a decaer), sino porque la plantilla dejaba de tener esa clase de jugadores que debían hacer el trabajo sucio, la clase media que no aspiraba a las portadas, sino a aportar equilibrio en el campo.

La relajación de un equipo que lo había ganado todo coincidió en el tiempo con el resurgir del Barça, que con su nueva directiva (Laporta y Rosell a la cabeza) y su nueva estrella, Ronaldinho, comenzaba a mostrar el hambre de la que había adolecido durante el lustro previo. El Madrid seguía teniendo portadas, pero no la clase de portadas soñadas por Florentino, sino aquellas que mostraban las carencias y la decadencia de su Madrid Galáctico. Las portadas del éxito habían tomado el puente aéreo.

La frustración por no saber reconducir aquello llevaron al ‘Ser Superior’ a abandonar el barco con el pretexto de que su tiempo allí había acabado, que ya había puesto los cimientos para que el Madrid recuperara su sitio (¿les suena?) y que el que viniera detrás solo tendría que continuar con el trabajo. Y los que vinieron, siempre envueltos en la polémica, pero con la suerte de cara, montaron un equipo que, sin grandes aspiraciones, y coincidiendo con la relajación de las estrellas blaugrana, se alzaron con dos ligas seguidas. Aunque no podrían levantar la tercera, tras la llegada de Pep Guardiola.

Y fue entonces cuando Florentino Pérez vio la ocasión de volver por la puerta grande, como salvador, otra vez, del Real Madrid. Con lo que no contaba era con que el Barça, previa limpieza de estrellas apagadas, no había hecho más que iniciar uno de los ciclos más exitosos que se recuerdan en la historia del fútbol. Florentino pasó entonces a obsesionarse con desbancar al Barça, olvidando lo realmente importante, que es la planificación propia, el trabajo bien hecho.

Decidió lanzarse a los brazos de Mourinho, y el final de esta historia es bien conocido por todos. Ahora, el Madrid se encuentra sin timón ni timonel. El Ser Superior repite hasta la saciedad el mismo discurso caduco, mientras se le pone cuesta arriba conseguir al entrenador deseado: Carlo Ancelotti. Ahora apunta a Zinedine Zidane, referente futbolístico de la última época dorada del madridismo, como posible ocupante del banquillo. Mientras, trata a la desesperada de atar la renovación de Cristiano Ronaldo. Nos espera otro verano interesante. Habrá que ver si la temporada 2013/14 empieza con la esperanza de la tan ansiada ‘Décima’.

José Robles.